Lucha contra la corrupción: ¿Puede liderarla Rodolfo?

Ad portas de la realización de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Colombia, el próximo 19 de junio, ambos candidatos presidenciales coinciden en aseverar que bajo un eventual mandato suyo serán implacables contra la corrupción y, por obvias razones, contra los corruptos, responsables de un inimaginable desangre de las finanzas públicas cuyos recursos se pierden a borbotones a través de una especie de gran vena rota de la que los politiqueros se benefician y que todos los colombianos pagamos

Rodolfo Hernández, desde un discurso que lo representa como un empresario anti política ha logrado construir identidad y granjearse un importante respaldo entre sectores de la sociedad asqueados de los políticos, pero con una limitada o tergiversada información sobre los trasfondos de un tema que hasta ahora les había suscitado poco o ningún interés y que por tanto les había resultado indiferente.

El ingeniero habla de arrancarles privilegios a los políticos de siempre, de quitarles la chequera y los carros blindados, de suprimirles gastos y lujos innecesarios y como todo esto lo hace desde una forma altanera y a veces hasta vulgar de decir las cosas, interpreta lo que muchos ciudadanos quisieran decirles y hacerles a los políticos personalmente.

De esta manera su discurso primario y superficial, en el que se muestra como un ciudadano del común que ignora como cualquier otro muchas cosas y revestido de muy poco fondo para no complicar el análisis y hacerlo fácil y entendible (no está hecho para ser o soportar un análisis) cala o cae bien en aquellos a quienes los mueven más que razones emociones como la indignación y la rabia hacia los políticos.

¿Pero podría en verdad Rodolfo Hernández  cumplir lo prometido o es solo un «prometer para vender y después de vendido nada de lo prometido»?

Lamentablemente todo parece indicar que es esto último lo que ocurrirá y generará una nueva frustración entre quienes de buena fe lo siguen. Respaldado por vergüenza, casi que desde  las sombras por ex presidentes como César Gaviria, Andrés Pastrana, Álvaro Uribe e Iván Duque, y otros de similar ralea, es muy difícil que Hernández pueda cumplir sus promesas y destapar ollas podridas y  afectar a aliados como estos que son precisamente, junto a sus partidarios, responsables de los más emblemáticos y sonados casos de corrupción en el país.

Rodolfo, a pesar de decir que todos son bienvenidos a su campaña, pero que el conserva o no pierde su independencia, sabe que gobernaría secuestrado y permanentemente amenazado. No contaría, además, con una bancada de congresistas propia (pues no los eligió) que le aprueben sus iniciativas, a no ser que les dé costosa mermelada a los congresistas de los partidos de los ex presidentes que lo respaldan.

Gobernaría pues desde el chantaje constante de quienes hoy ayudan a elegirlo, y no gratis, quienes no hay que olvidar controlan aparte de la Fiscalía, la Procuraduría, la Defensoría del Pueblo, la Contaduría, la Contraloría y la Comisión de Acusaciones de la Cámara de Representantes también los grandes medios masivos de comunicación y la dirección de las Fuerzas Militares y de Policía. Esto significa que si se propusieran hacerle el gobierno imposible fácilmente lo lograrían.

El ingeniero, desde su evidente desconocimiento de la Constitución, de las leyes y del funcionamiento del Estado, puesto de manifiesto por él mismo cada vez que dice algo, quedaría a merced de la clase política corrupta a la que dice querer enfrentar, la que tiene el poder suficiente tanto para engavetarle los procesos por corrupción que lo tienen a punto de ir a la cárcel como para abrirle desde sus muy seguras futuras equivocaciones tanto a él como a sus colaboradores nuevos procesos penales, fiscales y disciplinarios si no accede a sus pretensiones, lo que haría al país ingobernable o al gobierno totalmente entregado a los caprichos de la corrupción y de los corruptos que los ciudadanos y ciudadanas tanto repudian.

Pero además de lo anterior, el pasado no perdona y, aunque los potenciales electores de buena fe de Rodolfo se centren en su hoy y desconozcan o quieran ignorar su pasado, este existe y no es favorable al candidato en temas de corrupción.

En 1994 Hernández fue destituido como concejal por la Procuraduría por celebración indebida de contratos. Veintisiete años después (2021) está llamado a juicio por irregularidades cometidas, está vez como alcalde, de nuevo  por la celebración e interés indebido en un contrato para el manejo de basuras con la empresa VITALOGIC, donde hay comprometidos 8 veces lo perdido en el escándalo reciente de la ex Ministra de las Tics, Karen Abudinen, proceso donde Hernández y su hijo están sindicados de beneficiarse de un soborno.

Dime con quién andas y te diré quién eres. Dime con quienes gobernarás o estarás obligado a hacerlo y diré que nada bueno distinto a lo mismo de siempre multiplicado por 10 podremos esperar